Riina nace y crece en Corleone y se une a la cosca local, los Corleonesi, a los dieciocho años tras cometer un asesinato para ellos. Al año siguiente es detenido tras matar a un hombre en un tiroteo, pasando seis años en prisión por homicidio.
Michele Navarra es el cabecilla de los Corleonesi hasta 1958, cuando muere tiroteado por orden de Luciano Liggio, un despiadado mafioso de 33 años que entonces se convierte en el nuevo jefe. Junto a Totó Riina y Bernardo Provenzano(quienes fueron dos de los ejecutores del asesinato de Navarra), Liggio comienza a incrementar el poder de los Corleonesi. Debido a sus orígenes en un pueblo relativamente pequeño, los Corleonesi no constituyen un elemento importante en la mafia siciliana durante la década de 1950, en comparación con otras familias situadas en la capital, Palermo. Subestimándolos, los jefes palermitanos solían referirse a los Corleonesi como i viddani - "los campesinos".
A comienzos de la década de 1960, Liggio, Riina y Provenzano, quienes habían pasado los últimos años cazando y asesinando a docenas de los seguidores de Navarra, se ven forzados a ocultarse debido a las órdenes de arresto en su contra. Riina y Liggio son arrestados y juzgados en 1969 por los asesinatos efectuados a principios de esa década, pero son absueltos gracias a las amenazas a los jurados y testigos. Riina vuelve a esconderse a finales de ese año tras ser inculpado en un asesinato posterior, permaneciendo como fugitivo durante los siguientes veintitrés años.
En 1974 Luciano Liggio es arrestado y encarcelado por el asesinato de Michele Navarra dieciséis años antes, y aunque Liggio siguió teniendo influencia entre rejas, Riina se convirtió en la cabeza real de los Corleonesi.
Durante la década de 1970 Sicilia se convirtió en un punto importante del comercio internacional de heroína, especialmente en lo referido al refinamiento y exportación del narcótico. Los beneficios obtenidos de la heroína eran enormes, sobrepasando a los de las actividades tradicionales como la extorsión y la usura. Totó Riina quería hacerse con el control del mercado y lo hizo planeando una guerra contra las familias mafiosas rivales.
A finales de la década de 1970, Riina orquestó los asesinatos de diversas autoridades públicas, tales como jueces, fiscalesy miembros de los Carabinieri. Estos asesinatos sirvieron, además de para intimidar al estado, para incriminar a los rivales de los Corleonesi. Los padrinos de varias familias mafiosas eran vistos con frecuencia en sus comunidades, hombro con hombro junto a políticos y alcaldes, protegiéndose a sí mismos con sobornos en lugar de con violencia. En contraste, Riina, Provenzano y otros Corleonesi eran fugitivos, siempre ocultos y rara vez vistos por otros mafiosos, y no digamos en público. Por lo tanto, cuando asesinaban a un policía o un juez, los miembros más visibles de la mafia eran el objeto de las investigaciones policiales, especialmente porque dichos asesinatos se llevaban a cabo deliberadamente en territorio de los rivales de los Corleonesi, en lugar de en sitios cercanos al pueblo de Corleone.
La guerra mafiosa de 1981/82
Los principales rivales de los Corleonesi eran Stefano Bontade, Salvatore Inzerillo y Gaetano Badalamenti, jefes de algunas de las más poderosas familias mafiosas de Palermo. El 23 de abril de 1981, Bontade fallece ametrallado, y pocas semanas después, el 11 de mayo, Inzerillo es acribillado por una ráfaga de balas. Varios familiares y asociados de ambos son también asesinados o desaparecen sin dejar rastro, incluido el hijo de 15 años de Inzerillo, que es asesinado por jurar vengar a su asesinado padre. Solo Badalamenti logra sobrevivir abandonando Sicilia.
Más y más asesinatos tienen lugar los dos años siguientes. El mejor ejemplo de este derramamiento de sangre tiene lugar el 30 de noviembre de 1982, cuando doce mafiosos son asesinados en Palermo en doce incidentes diferentes. Los asesinatos atraviesan incluso el Atlántico, cuando el hermano de Inzerillo es encontrado muerto en Nueva Jersey tras volar a Estados Unidos.
En un intento de aterrorizar a las autoridades, Riina también ordena los asesinatos de jueces, policías y fiscales. Una de las principales muertes fue la del General Carlo Alberto Dalla Chiesa, quien había ganado fama combatiendo a las Brigadas Rojas en el interior de Italia y había sido nombrado prefecto de Palermo para intentar frenar la ola de violencia mafiosa. El 3 de septiembre de 1982, solo seis meses después de su llegada a Sicilia, Dalla Chiesa, su esposa y uno de sus guardaespaldas mueren tiroteados en una emboscada. Se cree que el asesino es Pino Greco, uno de los secuacesfavoritos de Riina. Un as con el AK-47, y apodado inexplicablemente "El zapato", Pino Greco es sospechoso de haber cometido unos ochenta asesinatos para Riina, incluidos los de Bontade e Inzerillo.
Durante 1981 y 1982, alrededor de mil mafiosos fueron asesinados mientras Riina diezmaba a sus oponentes y ellos a su vez intentaban devolver los golpes, y al menos otros doscientos desaparecen sin dejar rastro. Un apabullante baño de sangre, incluso con el historial de violencia mafiosa de Sicilia.
Una de las más terroríficas historias de ese periodo es la de la llamada "Habitación de la Muerte", un diminuto apartamento en Palermo controlado por uno de los hombre de Riina, Filippo Marchese. Las víctimas eran llevadas allí para ser torturadas en busca de información, y luego asesinadas para ser después disueltas en ácido o descuartizadas y arrojadas al mar. Un informador que trabajó junto a Marchese aseguraba que este insistía en estrangular él mismo a las víctimas, aunque eran sus subordinados quienes se deshacían de los cuerpos.
Riina empleó también la traición en su guerra, convenciendo con frecuencia a sus rivales a que se uniesen a él y asesinándolos cuando ya no le eran útiles; algo que hizo incluso con dos de sus más leales y despiadados asesinos, Pino Greco y Filippo Marchese. En 1982, tras decidir que Marchese ya no le es útil, Riina ordena a Pino Greco que le asesine. Tres años después, es el mismo Riina quien mata a Greco a balazos tras comprobar como las ambiciones de este se incrementaban.
Las tácticas de los Corleonesi, aunque ayudaron a que se convirtiese en el clan más poderoso de Sicilia, se volvieron en su contra cuando, en 1983, un convicto por doble asesinato llamado Tommaso Buscetta se convirtió en el primer mafioso siciliano en informar y cooperar con las autoridades. Buscetta pertenecía a una de las familias derrotadas en la guerra mafiosa, habiendo perdido a varios familiares y muchos amigos a manos de los asesinos de Riina, lo que le convenció de que convertirse en informador era la única manera de salvarse y lograr su venganza. Buscetta proporcionó gran cantidad de información al juez Giovanni Falcone, testificando en el Macro juicio celebrado a mediados de la década de 1980 que condenó a cientos de mafiosos. En este juicio, Riina fue sentenciado de nuevo a cadena perpetua por asesinato, pero dado que seguía en paradero desconocido fue otra condena dictada in absentia.
Redada
Giovanni Falcone y su colega Paolo Borsellino hacían grandes progresos en su guerra contra la Mafia, lo que naturalmente significaba estar bajo constante amenaza de muerte; además de sentir como eran obstaculizados por compañeros y superiores, algunos de los cuales se encontraban a sueldo de la Mafia. El más notable de estos casos fue el de Santino "orangutan" Marcuzzi que desempeñaba la función de fiscal adjunto de Nino "as de copas" Mussi quien eventualmente se supo entrego a Falcone a la familia de Riina
El 23 de mayo de 1992, Falcone, su esposa y tres guardaespaldas son asesinados mediante una bomba colocada bajo laautopista que une Palermo con su aeropuerto. La bomba es accionada por uno de los hombres de Riina, Giovanni Brusca. Casi dos meses después, el 19 de julio, Borsellino y cinco de sus guardaespaldas son asesinados con un coche bomba. Ambos ataques son ordenados por Riina y llevados a cabo por sus numerosos asesinos. La opinión pública, rabiosa, culpó tanto a la Mafia como a los políticos por considerar que no habían protegido adecuadamente a Falcone y Borsellino, lo que llevó al gobierno italiano a efectuar una masiva redada contra la Mafia.
El 15 de enero de 1993, gracias a un dato de un informante, Carabinieri armados arrestan a Totó Riina en Palermo mientras espera en su coche ante un semáforo (su chófer, Balduccio di Maggio, fue el informante en cuestión; varios de sus familiares fueron asesinados posteriormente por ello ). Riina aseguró ser solo un pobre contable, y en su rancio traje, el susurrante gordinflón de 62 años parecía ser simplemente eso. Preguntado acerca de la empresa en la que trabajaba, respondió que no la mencionaría para no dañar su reputación. En prisión preventiva, Riina se comportaba de manera respetuosa y afable con sus captores, agradeciendo finalmente a los oficiales de policía y del juzgado su buen trato, aunque logró insultar su inteligencia no solo afirmando que jamás había oído hablar de la Mafia, sino insistiendo en que no tenía "ni idea" de que era el fugitivo más buscado de Sicilia durante las últimas tres décadas. Otros testigos comentaron que Riina no paraba de gritar "comunistas" a los policías y a la sala que le juzgaba.
La satisfacción pública por el arresto de Riina (uno de los diarios publicó el sensacionalista titular "El diablo" sobre su imagen) se enfrió al revelarse que, durante sus treinta años como fugitivo, Riina había vivido en Palermo, con atención médica por su diabetes y registrando a sus cuatro hijos con sus nombres reales en el hospital local; llegando a visitarVenecia en su luna de miel sin ser identificado. Muchos, de manera cínica, declararon que las autoridades solo arrestaron a Riina debido a la presión a la que se vieron sometidos por la opinión pública tras los asesinatos de Falcone y Borsellino, viendo la facilidad con la que Riina había evitado la justicia durante tanto tiempo como un ejemplo de lo que muchos no dudaron en definir como apatía - por no llamarlo complicidad - de las autoridades sicilianas en lo referente a la Mafia.
A pesar de haber sido ya condenado a dos cadenas perpetuas, Riina fue de nuevo juzgado por más de cien asesinatos, incluyendo los que ordenó contra Falcone y Borsellino. En 1998, Riina es sentenciado con una nueva cadena perpetua por el asesinato de Salvo Lima, un político del que se venía sospechando una relación con la Mafia y que murió a tiros en 1992tras fracasar en su intento de impedir las encarcelaciones de mafiosos en los macrojuicios hacia mediados de las década de 1980.3
Actualmente, Riina permanece preso en una prisión de máxima seguridad en Milano, con contacto limitado con el mundo exterior para prevenir que pueda seguir gobernando su organización entre rejas como otros hicieron en el pasado. Sin embargo el sigue dirigiendo la organización entre rejas y tiene televisión, computadora, Internet, teléfono móvil, y demás objetos para seguir dando órdenes [cita requerida]. Se le confiscaron 125 000 000 USD en bienes - probablemente solo una fracción de su ilícita fortuna - siendo su vasta mansión adquirida por el ayuntamiento de Corleone en 1997. En un gesto práctico a la vez que simbólico, la mansión se convirtió en una escuela para niños.
En abril de 2006, justo trece años después de su arresto, es juzgado nuevamente, esta vez por el asesinato del periodista Mauro De Mauro, desaparecido en 1970.
Se cree que uno de los amigos más íntimos de Riina en el clan de los Corleonesi, Bernardo Provenzano, tomó su relevo como líder de la organización. Provenzano fue arrestado el 11 de abril de 2006 cerca de Corleone, tras permanecer 43 años oculto. Luego del arresto de Provenzano, ascendería a la cúpula de la mafia siciliana Salvatore Lo Piccolo, pero este es arrestado poco después el 11 de mayo de 2007.
Familia y personalidad[editar]
Salvatore Riina se casa con su esposa Ninetta (hermana de Leoluca Bagarella) en 1974, unión de la que son fruto sus cuatro hijos. Sus dos hijos varones, Giovanni y Giuseppe, siguen los pasos de su padre y se encuentran también entre rejas. En noviembre de 2001, y con 24 años, Giovanni Riina es recluido por cuatro asesinatos cometidos en 1995. El 31 de diciembre de 2004, el hijo menor de Riina, Giuseppe Riina, es condenado a catorce años por varios crímenes, incluyendo asociación mafiosa, extorsión y blanqueo de dinero. Sin embargo, una de sus hijas, es elegida delegada de su clase en launiversidad, a donde pudo regresar a los 21 años cuando la familia abandonó su escondite tras el arresto de su padre.
Debido a su discreción, Riina sigue siendo un personaje enigmático en relación a su personalidad. El confidente Antonino Calderone describió a Riina como "increíblemente ignorante, pero intuitivo, inteligente e imprevisible...". Según él, habla de manera susurrante y es un padre y esposo dedicado. Una de las más extrañas anécdotas contadas por Calderone es la de Riina leyendo un emotivo elogio en el funeral del asesinado hermano de Calderone, a pesar de que fue el propio Riina quien ordenó su muerte. Calderone cuenta también que, cuando Riina decide casarse con su amor, Ninetta, la familia de la joven se opuso a la unión. Según Calderone, Riina respondió "No quiero a ninguna otra mujer que no sea mi Ninetta, y si ellos [su familia] no me dejan casarme con ella, tendré que matar a algunos." Inmediatamente, la familia de Ninetta abandonó cualquier oposición a los planes matrimoniales de Riina, quedando así acreditada su famosa condición de pendenciero.
Giovanni Brusca, uno de los pistoleros de Riina y que detonó personalmente la bomba que acabó con Falcone, se convirtió posteriormente en confidente, tras ser arrestado en 1996. Brusca afirmó que, durante 1991 y principios de 1992, Riina consideró realizar actos de terrorismo contra el estado como respuesta a la campaña contra la Mafia, incluyendo acciones tales como volar la torre de Pisa. De hecho, durante los meses posteriores al arresto de Riina, los Corleonesi detonaron varias bombas contra varias destinos turísticos en la península italiana, resultando en la muerte de una decena de personas, incluyendo una familia completa. Brusca también mencionó como Riina declaró a los hijos de los confidentesobjetivos legítimos, y de hecho Brusca torturó y asesinó al hijo de 11 años de un confidente en un intento fallido por silenciar su testimonio contra Riina.
Aunque las acciones criminales de Riina tenían como objetivo la consecución de riqueza y poder, su impiedad, traiciones y la enorme cantidad de brutales asesinatos cometidos u ordenados por él fueron excesivos incluso para lo establecido por otros gangsters. Esto podría sugerir psicopatía, o como mínimo que ganó a pulso su sobrenombre, La bestia.
Infancia de John Gotti
John Joseph Gotti nació el 27 de octubre de 1940 en el barrio neoyorquino delBronx. Era el quinto hijo de los once -siete chicos y cuatro chicas- que tuvieron John J. Gotti, un inmigrante napolitano, y Fannie, una abnegada y sencilla mujer capaz de criar a sus hijos en un entorno hostil. Él y sus hermanos crecieron en una zona deprimida del sur del Bronx, hasta que su padre pudo ahorrar algo de dinero y se trasladaron a Brooklyn.
A una edad temprana el bravucón Johnny Boy aprendió a usar sus puños, y sus primeros sueños de convertirse en un hombre de negocios o un doctor pronto dejaron paso a los de ser uno de los tunantes que solía verse por las calles de Brooklyn. Junto a sus hermanos Peter y Richard, John entró a formar parte de una banda callejera, con cuyos miembros se juntaba siempre que se escapaba de la escuela, donde era mal visto debido a su molesta actitud.
En 1954, el joven aprendiz de ladrón resultó herido mientras participaba en el robo de una cementera. Ésta le cayó encima de los dedos de un pie y tuvo que permanecer hospitalizado durante todo un verano. Debido a ello, a Gotti siempre le quedó una ligera cojera.
A los dieciséis años, dejó de asistir a la escuela y se unió a los Fulton-Rockaway Boys, una popular banda de adolescentes de Brooklyn que solía robar automóviles. Acompañado por sus inseparables hermanos Peter y Richard, John conoció a dos jóvenes tunantes con los que trabaría una larga amistad: Angelo Ruggiero y Wilfred Willie Boy Johnson. Entre 1957 y 1961 fue arrestado cinco veces por hurtos menores, pero los cargos siempre acababan siendo revocados o reducidos.
Integración en la Mafia
En 1960, el italoamericano, de veinte años, conoció a Victoria DiGiorgio, una chica dos años menor con quien se casó el 6 de marzo de 1962, casi un año después del nacimiento de su primera hija, Angela. El matrimonio fue tormentoso, con varios amagos de separación, pero pese a ello la pareja siguió adelante y tuvo dos hijos más: Victoria y John A., también conocido como Junior.
Durante esa época y alentado por su esposa, que era contraria a las actividades deshonestas de su marido, Gotti empezó a trabajar en una fábrica de abrigos, pero al poco tiempo volvió a las andadas. En 1963 fue encarcelado por primera vez y pasó veinte días en la prisión junto a Salvatore Ruggiero tras ser sorprendidos con un coche robado.
En 1966 Gotti entró en la Mafia, encabezada entonces por Carmine y Daniel Fatico. Operaban desde un local, el Bergin Hunt and Fish Club, en el barrio de Queens, para uno de los jefes de la familia Gambino, Aniello Dellacroce. La verdadera carrera criminal de Gotti empezó entonces, prosperó y la familia se mudó a un bonito apartamento en Brooklyn, donde tuvieron un cuarto hijo, Frank. Los Gambino lo reclutaron como matón y poco después le confiaron el saqueo sistemático de los materiales utilizados en la construcción del aeropuerto John Fitzgerald Kennedy, hasta que fue descubierto y condenado a tres años de cárcel en Lewisburg.
Con tan sólo treinta y un años, Gotti se convirtió en el capo de la banda de Bergin y, con Dellacroce en la cárcel, empezó a visitar con frecuencia a Carlo Gambino, Don Carlo, a quien se dirigía con sumo respeto. En 1975, John Joseph fue condenado a cuatro años de prisión por robo, y durante los dos años que pasó en la cárcel de Green Haven asistió a clases de cultura italiana e hizo mucha gimnasia. De nuevo en la calle, tuvo que hacer frente a la muerte de Carlo Gambino y al ascenso de Paul Castellano, quien entonces controlaba la situación.3
Capo de los Gambino
El asesinato del asesino del sobrino del jefe de la familia, Carlo Gambino, le había granjeado el respeto en la organización y le colocaba en posición de sucederlo, pero, una vez cumplidos los cuatro años de prisión, se encontró con que Paul Castellano ocupaba el lugar de Gambino; Gotti decidió asesinarlo porque se temía que Castellano estuviera planeando lo mismo contra él. El asesinato de Castellano fue al más puro estilo mafioso. Un grupo acorraló a Castellano y a su conductor a la salida de un restaurante y mató a los dos hombres, mientras Gotti vigilaba a varias manzanas. Minutos después Gotti y su lugarteniente Salvatore Gravano, conocido como Sammy Bull, pasaron en coche para asegurarse de que ambos habían sido asesinados.
John Gotti llevó las riendas de la familia Gambino entre 1985 y 1992. En 1985, los Gambino eran el clan principal de las cinco familias de la ciudad, con más de 300 miembros, 2.000 socios e intereses en la industria textil, la retirada de basura, la construcción y los préstamos ilegales. El ascenso de Gotti, sin embargo, supuso la pérdida de poder y dinero para la familia Gambino, debido a que la figura de su nuevo jefe atraía a la prensa y, también, las investigaciones judiciales.
No obstante, figurando oficialmente como representante de ventas de productos de fontanería, Gotti pudo durante bastante tiempo dirigir la familia mafiosa más importante de Nueva York sin que la justicia pudiera atraparle, y salió frecuentemente en los medios de comunicación como el paradigma del mafioso impune y escurridizo, lo que le valió el alias de «don Teflón». Gotti se libró de tres acusaciones en su reinado sobre la mafia: un automovilista al que atacó se negó a identificarlo, y sobornó a dos miembros de jurados en dos procesos contra él por asesinato. En fecha reciente, se ha documentado la implicación del gángster Charles Carneglia y seis hombres más en el asesinato, ordenado por Gotti, de un vecino que había atropellado a su hijo.
Prisión y muerte del último padrino
En 1990 fue detenido junto con Sammy Bull por el FBI gracias a grabaciones mediante micrófonos ocultos, pero el golpe definitivo llegó cuando Sammy Bull se convirtió en testigo del Gobierno y respaldó las acusaciones sobre a su anterior jefe. Las grabaciones de Gotti revelan a un personaje muy en la línea de la imagen cinematográfica de la Cosa Nostra, egocéntrico, vestido con carísimos trajes, amigo de dar largas peroratas acerca de la lealtad y la traición, y explicando uno de sus múltiples asesinatos porque la víctima "no vino cuando le llamé".
El juicio se celebró bajo grandes medidas de seguridad, por las cuales el jurado permaneció anónimo y ni el mismo juez conocía la identidad de sus miembros. Finalmente, fue condenado a cadena perpetua por 14 delitos de asesinato, evasión de impuestos y extorsión. Siguió dirigiendo la familia desde la cárcel a través de su hijo John Junior, hasta que esté se entregó a las autoridades y confesó varios delitos de extorsión, juego ilegal y fraude y fue sentenciado a seis años.
Gotti murió a los 61 años de edad, en un hospital penitenciario adonde había sido trasladado desde la cárcel de alta seguridad de Marion, en Illinois, en la que había pasado los últimos años de su agitada vida. Pero fue un cáncer de garganta, no la navaja de un rival ni una bala del FBI, el que le llevó al último agujero tras una historia típica de la mejor serie negra.
John Gotti fue sin duda uno de los casos más mediáticos del mundo de la mafia. Su carisma, elegancia y don de gentes le convirtieron en un ídolo, un mito alabado por miles de seguidores. Sin embargo, su megalomanía e incompetencia acabaron no sólo con él, sino con la gran mayoría de miembros de su familia criminal, siendo hasta la fecha ésta la mayor derrota de la mafia culpa del KKK. Por mucho que la leyenda amplificase al personaje, fue un matón sentado en un trono demasiado grande.
Conocido como «don apuesto» por la elegancia con que vestía los trajes de 2.000 dólares, obra de la tiza y la tijera de Brioni, y «don Teflón» por su endiablada facilidad (ayudado por una legión de leguleyos a sueldo) para irse de rositas de los tribunales de justicia, y temido sobre todo por su firmeza a la hora de ejecutar a los que le «molestaban», John Gotti fue último gran «capo» mafioso americana. Llegó a la cima del crimen organizado en Estados Unidos al estilo de los grandes capos y con la capacidad de maquinación y la falta de escrúpulos a la hora de derramar sangre ajena que Francis Ford Coppola retrató, con tan estremecedor pulso, en la saga de «El padrino», basada en las grandes familias de la mafia italoamericana que controlaron el crimen organizado en las grandes ciudades americanas durante varias décadas. De hecho, a Gotti no le desagradaba que le compararan con el mítico Al Capone; pero Gotti pertenecía a otra época, y su fama y su poder nunca volaron tan alto como los del rey del hampa de Chicago.